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martes, febrero 27, 2007

Direcciones Cambiantes en el Periodismo. Digitalización y redefinición de los diarios impresos Por Jordi Alberich y María Luisa Cárdenas



Históricamente, los medios de comunicación de masas han ido buscando (y encontrando) su lugar entre los receptores. Cada uno de ellos (prensa, radio, TV, …) ha implementado vías y estrategias diversas para adaptarse a las múltiples demandas que les presentan sus públicos a diario, cuyas exigencias, como sabemos, dependen de muy diversos factores: de la urgencia por conocer los acontecimientos, de la profundidad que precisen en su tratamiento, de su preferencia por disponer de imágenes en movimiento, o incluso –más recientemente- de su satisfacción por interactuar con los mismos periodistas o protagonistas de los eventos.

Los medios de comunicación se ven condicionados y encaminados -en su constante e incansable búsqueda de adeptos-, a diseñar y desarrollar productos originales y diferentes, nuevas alternativas que los hagan cada día más atractivos para el gran público. Un capítulo reciente, de máxima representatividad en este sentido, lo encontramos sin duda en la convivencia contemporánea del (viejo) periodismo impreso con el (nuevo) periodismo digital en el seno la Sociedad de la información actual.

Aunque, de acuerdo con la historia y la evolución de los medios de comunicación modernos, la aparición de un nuevo medio de comunicación no provoca la extinción de los ya existentes, su surgimiento origina sin duda un proceso de desplazamiento, redefinición y reidentificación de los ya existentes al nuevo escenario comunicativo. La implementación creciente de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en nuestra sociedad está implicando sin duda importantes cambios en la definición e identidad del conjunto de los medios de comunicación existentes.

Viéndolo con perspectiva histórica, observamos una y otra vez como los nuevos medios han convivido con los viejos medios, aunque obligando a estos últimos a buscar de forma renovada su lugar entre los receptores1. Con la llegada de Internet asistimos hoy al capítulo más reciente de este proceso. Pese a que los más catastrofistas piensan que puede ser el fin definitivo de los diarios impresos, éstos se defienden y ofrecen nuevas alternativas a diario. De hecho, hasta el momento se mantienen e incluso siguen creciendo tanto las cabeceras como los lectores2.

La redefinición y actualización de la prensa a la que hoy asistimos ha empujado ésta al uso y exploración de nuevos recursos y estrategias. El nuevo periodismo impreso ha cambiado la presentación de sus contenidos, ha pasado de unos textos impregnados del estilo informativo a otro más profundo y elaborado, el denominado estilo interpretativo. También ha buscado nuevos temas y ha humanizado sus contenidos, haciendo a los ciudadanos protagonistas de las noticias. Para todo ello requiere de profesionales expertos en el uso, gestión y tratamiento de la información y de la acción comunicación, tanto para el análisis como para una perfecta elaboración y redacción de sus contenidos.

Con la irrupción de la radio ya los periódicos sufrieron la primera gran rivalidad, las noticias se ofrecían ahora de forma inmediata y deslocalizada, y contra esto la prensa no podía competir. La expansión de la televisión en los años sesenta dificultó aún más su supervivencia. Gracias, entre otros recursos, al uso del estilo interpretativo la prensa no desapareció como se esperaba, “sino que los medios audiovisuales prosperaron aprovechando sus características, principalmente la inmediatez, mientras que los periódicos se hacían fuertes en la explicación, el contexto, el complemento de la noticia”3.

Con la aparición de Internet en la década de los noventa, el problema vuelve a presentarse, y la prensa sigue defendiéndose, buscando y encontrando de forma renovada su lugar en el conjunto de la mediasfera contemporánea. Este será precisamente nuestro objetivo, radiografiar qué cambios están teniendo los periódicos y diagnosticar cuáles deberían experimentar para competir con este nuevo medio, señalando las transformaciones que presenta el nuevo periodismo impreso, en ocasiones de forma exclusiva, y en otros casos por imitación o inspiración en las nuevas dimensiones comunicativas que abre Internet.

Reflexión, profundidad y análisis
Los distintos soportes informativos establecen un estilo acorde al medio, cada uno requiere del suyo propio. En la televisión, con un dominante y cada vez mayor carácter espectacular, se impone la imagen. En la radio va a primar la inmediatez, mientras que los diarios digitales harán uso hoy de las dos características antes citadas: imagen y rapidez. Sin embargo, en los medios impresos se buscará la reflexión, la profundidad y el análisis4 como elementos diferenciadores.

A lo largo de la historia, el estilo y estrategias periodísticas usadas por los diarios impresos han estado en consonancia con las condiciones sociales de su época. Pese a que hoy resulte habitual hablar de homogeneidad -por encima de diversidades culturales, políticas o históricas- cuando nos referimos al periodismo actual, por supuesto esto no siempre fue así. Mientras que en Estados Unidos los periódicos siempre se ocuparon de informar, en Europa, hasta la I Guerra Mundial, tuvieron una preocupación ideológica, estaban en manos de los grupos más sensibilizados políticamente, “actuaban como tribuna y acicate de tertulias de elites políticas e intelectuales. Costumbrismo, crítica social y literaria animaron el crecimiento y desarrollo de firmas con notables cualidades literarias”5. A medida que nos adentrábamos en el siglo XX, la sociedad fue tomando conciencia de que la información veraz y rigurosa era esencial para avanzar en libertad.

Será a partir de la segunda mitad del recién concluido siglo cuando comiencen a multiplicarse los canales de difusión. Los medios audiovisuales van a dar lugar a una nueva asignación de roles6. Primero la radio, y sobre todo la nueva era de la televisión, inaugurarán un espacio comunicativo dominado por la velocidad y la espectacularización, reasignando así el lugar y sentido del resto de medios de comunicación, en especial el de la prensa.

Los periódicos no se limitarán ya a contar las noticias, su misión será explicarlas. Ello no quiere decir que hayan desaparecido el resto de géneros. Lo que ocurre es que los periódicos presentarán de otro modo los contenidos, la información pura sólo se utilizará para temas menos relevantes y tratados con menor profundidad. El lector necesita conocer el porqué de los hechos y el periodista impreso ha de explicárselo, dando así lugar a una nueva narrativa periodística representada a través de los géneros interpretativos.

La noticia como mera nota informativa no requiere de un amplio conocimiento del tema que se aborda, basta con que el periodista tenga un buen dominio de su estructura, una mente organizada y capacidad para sintetizar. La dificultad la localizamos en los géneros interpretativos, donde es necesario que el profesional que los aborde tenga conocimientos suficientes para poder medir las dimensiones de los acontecimientos. El lector precisa que el periodismo impreso le ofrezca tanto los antecedentes del suceso, como los datos actuales y sus posibles consecuencias.

El objetivo final de la información interpretativa será relacionar un hecho que acaba de producirse con otros simultáneos o anteriores, e incluso con acontecimientos que pueden suceder en un futuro. Para que esto sea posible se requiere de la figura de un periodista hermeneuta, que explique lo ocurrido y dé lugar a una interpretación de los hechos. “Por ser el mundo moderno tan complicado y difícil de entender, se ha vuelto necesario no sólo informar acerca de las noticias, sino de explicarlas e interpretarlas”7. La interpretación, no ha de entenderse como un género periodístico sino como un enfoque del propio proceso informativo, es una forma de tratar la información. De hecho, en la actualidad, desde la noticia, pasando por la entrevista y finalizando en la crónica y el reportaje hacen uso de sus técnicas.

Como bien dibuja Sanmartín8, en el proceso informativo cabe establecer un triple nivel: en primer lugar se ubican los datos sobre los que se asientan los hechos noticiosos, es la parte objetiva del relato. La noticia puede detenerse en esta fase y aquí se ubican los géneros informativos, pero también pueden progresar hasta el segundo nivel, que sería el interpretativo o explicativo. En él se profundiza aún más en los datos ofrecidos, de este modo la información resulta mucho más completa, además se añaden deducciones lógicas de los datos aportados y explicitados. En el tercer nivel se sitúan los géneros de opinión, en los que se narran las ideas que suscitan los temas de actualidad en el redactor, sujetas éstas a factores subjetivos como la ideología, los prejuicios o los intereses.

Las normas de la redacción periodística marcan que el periodismo de opinión esté claramente diferenciado del interpretativo, aunque es bien cierto que en ocasiones resulta muy difícil establecer la frontera. Como bien expresa Bezunartea, la interpretación aporta un gran compromiso, ya que no sólo porta los datos sino el significado: ella nos dará la clave para comprender mejor lo que ocurre. En la actualidad, y de forma creciente, somos testigos de cómo el periodismo impreso contemporáneo extiende la interpretación a todas sus páginas, y como veíamos anteriormente, contaminando a todos los géneros.

Limitaciones de espacio y tiempo en la red
La interpretación se ha convertido en la estrategia básica de readaptación de los periódicos impresos al nuevo escenario comunicativo digital. Frente a la competencia creciente de los periódicos digitales y del resto de medios de información y comunicación digital, el periodismo impreso presenta y opone su mayor capacidad de profundización e interpretación, gracias entre otros motivos, a no estar sometido a las limitaciones y dificultades que aún hoy ofrecen las pantallas y los sistemas multiplataforma para presentar cantidades importantes de información.

Los periódicos y medios digitales presentan la dificultad de no poder ofrecer fácilmente textos extensos, debido a los límites de la pantalla del ordenador, que dificultan visualizar más de unas 25 líneas de texto simultáneamente9, imponiendo así una restricción al periodista que opta por documentos amplios. En prensa digital resulta habitual recomendar el uso y publicación preferente de textos breves, pues sus lectores prefieren la utilización de enlaces al uso de barras de desplazamiento. Pasar de pantalla implica pasar de idea. Aunque el redactor pueda incluir, si lo desea, dos o más ideas en cada pantalla, éstas no deben tener continuidad plena en la siguiente, pues la naturaleza no-lineal de todo hipertexto electrónico, favorece que el lector pierda la razón continuidad y deba volver atrás para no perder el sentido de lo que está leyendo. Todo ello, además de resultar molesto, puede potenciar el abandono. Igualmente, en prensa digital también resulta habitual recomendar que en la primera pantalla quede reflejada la longitud del texto, ya que el usuario de la red la desconoce (aunque exige), hecho que no ocurre en el soporte papel donde se puede ver y comprobar con mucha más facilidad10.

Todo esto viene a demostrar que, como medio informativo, la red difícilmente ofrece amplias informaciones de actualidad, en ella prima la inmediatez, o bien una profundidad siempre fraccionada en temas enlazados a través de enlaces sucesivos. Contrariamente, en los periódicos impresos la lectura deviene más cómoda y dúctil, posibilitando abandonar la lectura y retomarla sin condiciones ni limitaciones técnicas de conexión, de batería, o de navegación.

Como puede observarse, frente a la inmediatez que ofrece el medio digital, los medios impresos presentan otras alternativas que lo distinguen del resto. En ellos se impondrá el análisis del acontecimiento, y además la reflexión no tendrá la caducidad de la información instantánea fundamentada en información de datos, siempre ampliables o rectificables. En Internet, pese a su brutal disposición de espacio -aunque fraccionado-, para la publicación de la información, lamentablemente, carece en demasiadas ocasiones del tiempo necesario para el análisis e interpretación adecuada de la misma.

La redefinición de los géneros periodísticos
El nuevo escenario comunicativo que supone la aparición de la prensa digital en la actual sociedad de la información redefine el uso de los géneros periodísticos convencionales. Autores como Mike Ward11, expresan que la estructura tradicional de la noticia, la conocida pirámide invertida en la que se desarrolla la información de mayor a menor importancia, concibiéndola en un bloque sólido de secciones engarzadas, presenta un problema para su difusión en Internet. Para ello proponen desmantelar la pirámide y dividir en secciones las distintas temáticas de la noticia. De esta forma se consigue hacer textos más cortos, que no obliguen a utilizar la barra de desplazamiento.

En los géneros que requieren tradicionalmente una mayor extensión, el periodista habrá de buscar soluciones, porque su lectura se vuelve más complicada, así ocurre con el reportaje, la entrevista y la crónica. Para combatir las limitaciones de espacio, como todos sabemos, se ofrecen otras alternativas consistentes en despiezar el texto matriz y conectarlo con los distintos fragmentos por medio de enlaces (links). La lectura no será secuencial lo que dará lugar a otra forma de presentarse los géneros tradicionales. Asimismo, como expresa María Teresa Sandoval12, ello puede crear demasiados fragmentos y causar confusión en el lector cuando navega por las secciones.

La profundización, el análisis y el tempo tradicional, propio de las redacciones de prensa impresa, se oponen a la mecanización de la inmediatez información (hoy) demasiado habitual en el periodismo digital. Conviene recordar una vez más como, sin duda, “en las salas de redacción hace falta la pausa en medio del vértigo (…). Contar la realidad desde su propia experiencia, dejar el confort de la oficina, hacer al lado el teléfono, gastar las suelas de los zapatos mientras perciben todo lo sorprendente y novedoso de lo que ocurre cotidianamente en las calles”13.

En demasiadas ocasiones el periodismo digital ofrece noticias resumen de lo acontecido sin ahondar ni valorar los hechos. Fórmula que aplican repetitivamente en la actualidad algunos diarios digitales y numerosos periódicos gratuitos. Este sistema aún se agrava más con la creciente deshumanización en la redacción de la información, es decir cuando a esto se le suma que ni siquiera un redactor escribe la noticia.

Este es el caso de Thomson Financial, una empresa financiera estadounidense que utiliza desde marzo del 2006 un software que elabora noticias económicas sobre los resultados de una compañía en tres décimas de segundo después de que se dan a conocer. Según el director de desarrollo del contenido noticioso de Thomson, Andrew Meagher, “para ciertas noticias, este tipo de servicio de noticias automático es ideal. Garantiza rapidez y consistencia y reduce los errores humanos inherentes al seguimiento de noticias sobre los resultados de una empresa”14.

Según el corresponsal de la agencia Dow Jones para España y Portugal, en declaraciones difundidas por El País, “nunca, aunque el mundo bursátil, incluidas las noticias se tiende a la automatización, siempre se necesitarán periodistas para analizar los datos y tendencias futuras”. E incluso Thomson expresa que va a duplicar la plantilla de la agencia AXN. Su idea no es sustituir a sus reporteros, explica Meagher, sino liberarlos de la tarea mecánica de dar noticias sobre los resultados de compañías para que se puedan concentrar en lo que saben hacer mejor: “Buenos análisis”.

Pero no todo son peligros. El periodismo impreso también ha sacado partido a las novedades de la red y ha hecho suyas algunas de las novedades citadas anteriormente. Los periódicos del último lustro, han experimentado una gran transformación tanto en el diseño general de sus páginas como en la organización de sus contenidos. Antes los textos periodísticos los conformaba un único artículo, sin embargo en la actualidad se utilizan varios despieces que vienen a imitar las ventanas que se abren en Internet, comparables a la hipertextualidad que permite la red (aunque con la diferencia que estas ventanas permanecen siempre abiertas, a la vista del lector).

De forma creciente, en el nuevo periodismo impreso, los géneros más amplios como entrevistas, crónicas o reportajes -dependiendo de su extensión- pueden portar hasta tres o cuatro despieces. Su función, según Rodríguez Vilamor15, tiene un doble objetivo, al dividir el texto se hace más visual para el lector y, por otra parte, gracias a los titulares, cada uno de esos despieces consigue atraer la atención hacia los distintos apartados de un mismo tema. El periodista debe presentar estos fragmentos del texto principal cuidando que el receptor no pierda la visión de conjunto, para ello ha de mantener una cierta entidad propia. Los cortes han de ser lógicos, de modo que no se deje a un texto descontextualizado. Cada uno de los despieces se ordenarán atendiendo a su importancia, relacionada ésta con el interés que puedan despertar o la relevancia de sus contenidos. Los titulares han de seguir esa misma conexión aunque eso no suponga la reiteración de vocablos.

Los géneros de opinión también se han servido de Internet para incrementar sus servicios. La novedad se presenta gracias a la posibilidad que se le abre al receptor de poder interactuar con los creadores de opinión y exponerles sus planteamientos. Cada vez resulta más habitual que algunos artículos incluyan además de la firma de quien los escribe, la dirección del correo electrónico del autor16. Recientemente, cuando un medio o articulista expresaba su opinión en un comentario, crítico o editorial, el lector no podía dirigirse al autor para comentarle su punto de vista. Su única vía era las cartas al director. Estos planteamientos se ven superados gracias al uso del e-mail, o incluso los foros o las encuestas que los medios impresos ponen en marcha de forma creciente en Internet17.

Nuevos contenidos
Los periódicos a finales del siglo XVIII ya comenzaron a multiplicar sus contenidos y esto no ha cesado. A lo largo del siglo XX, no sólo fueron apareciendo incontables medios especializados, sino que los medios generalistas también lo hicieron con nuevos temas, diversificando sus secciones, y contratando a nuevos redactores expertos tanto en las materias que tratan como en las técnicas para exponerlas. Actualmente, “los procesos de especialización se está acelerando. Lo cual exige perfeccionar aún más los métodos periodísticos para poder dar la visión global de la noticia y no quedarse en el detalle, la anécdota, el fragmento o la superficie”18.

Los medios impresos para hacer frente al avance de la información por Internet también han de presentar nuevos contenidos, como bien expresa Rubén Darío Buitrón, se ha de crecer en calidad además de en cantidad y para ello es preciso, entre otras actuaciones, intervenir en la temática ofrecida, pues, ”la distancia de la competencia será evidente si el medio es capaz de dar valor agregado a las noticias del día y ampliar el arco iris temático”19. Es necesario que la redacción de los periódicos refleje la gran pluralidad de asuntos de la vida diaria contemporánea: ecología, migración, economía doméstica, nuevos roles de la mujer, tradicionales locales, educación, salud, música, cine, espectáculos, farándula, televisión, deportes amateur, turismo interno y externo, niños, personajes de la comunidad, moda, autos, juventud, etc.

Para buscar a otros públicos y facilitar la vida de los lectores habituales la prensa impresa debe presentar hoy de forma creciente temáticas históricamente novedosas, muchas de ellas ya puestas en práctica: internautas, consejos domésticos, trámites burocráticos, defensa del consumidor, acceso a la información pública, rendición de cuentas de los poderes estatales, cocina y nutrición, noticias empresariales, mascotas, viviendas y construcción, dónde comprar (mercados, supermercados, precios de productos, canastas básica) de fin de semana (dónde beber, bailar, divertirse) deportes para la salud, consejos para la familia (matrimonio, hijos, relaciones con los padres, la adolescencia, el divorcio, etc.), información sobre el empleo y recursos humanos, espacios para difundir lo último en libros, discos, vídeos, DVD20.

Hoy, el periodismo impreso contemporáneo se abre a la realidad como nunca antes hizo. Los contenidos actuales reflejan un desplazamiento significativo de la atención periodística tradicional. Los ‘lugares’ y contenidos tradicionales se expanden, fruto seguramente, de la brutal densidad informativa y comunicativa que nos rodea. Asimismo, cada vez resulta más esencial desarrollar estrategias originales y creativas para captar la atención y el interés de los lectores. El nuevo periodismo impreso deberá ser creativo…, o no será.

Periodismo informativo de creación
Actualmente, los trabajos informativos de creación, cuyo objetivo es romper con la redacción y contenidos convencionales incrementan de forma creciente su aparición en las páginas de los periódicos. Aunque su finalidad primordial es informar acerca de los acontecimientos de actualidad periodística, su diferencia se centra en que están escritos con una preocupación importante por la estética del lenguaje, cuidan la calidad narrativa y resultan más amenos. Anteriormente los diarios tendían a ubicar esta información en las secciones que no se estimaban fundamentales como las páginas dedicadas a Cultura, Espectáculo, Contraportada, Sociedad y suplemento dominical. En la actualidad estos contenidos ocupan todas las secciones y el día que más se publican son los domingos.

No existen fórmulas específicas para escribir noticias de creación; sin embargo, como bien señala Mar Foncuberta deben darse dos requisitos previos: conocer a fondo el lenguaje y saber narrar. A ello habría que sumar dominar la información de la que se habla. “Una característica fundamental es que esté construida como un todo en el que cada elemento de la historia desempeña un papel preciso, no tan determinado por la estructura externa como por la coherencia interna del relato. Una noticia de creación ni rehuye los datos ni los colecciona. El único objetivo es conseguir interesar al receptor e introducirlo en el relato”21.

Entre los contenidos que recoge estas creativas formas de redacción periodística se encuentran las que hemos denominado historias con minúscula22, artículos en sus más variadas formas cuyas fuentes son los ciudadanos de la calle. Hemos detectado tres modos en los que esta opción periodística se manifiesta, artículos que giran en torno a uno o varios ciudadanos, noticias que se sirven de sus voces para nutrir sus contenidos y las historias de vida, biografías de personajes populares.

a) En esta búsqueda de nuevos contenidos, los ciudadanos de a pie se van a transformar en protagonistas de la información. Los periodistas trabajan para ofrecer nuevas narraciones haciendo uso de voces no oficiales que tendrán como objetivo romper con la estética y contenidos convencionales. No hablamos de la historia de los personajes reconocidos ni siquiera de los que no lo son pero sus profesiones los hacen distintos y por ello noticiables (historias de vida). Nos referimos a los que viven la actualidad en primera persona, los que fueron víctimas de atentados terroristas, los que vinieron a España en un cayuco o son los hijos de una pareja gay. Son aquéllos que contribuyen a construir la historia con minúscula.

b) El protagonismo de los ciudadanos no sólo se manifestará a través de los artículos donde ellos son la única fuente, sino también en informaciones donde su opinión contraste con la de los expertos. Estimando las voces de los ciudadanos como una fuente informativa más. Ruben Darío Buitrón23 en una calurosa crítica al anquilosado posicionamiento de los diarios latinoamericanos, denuncia precisamente la escasa participación de los ciudadanos en los medios. Con la excusa de que no hay tiempo para buscar nuevas voces, y que las que se repiten son cualificadas, conocedoras y expertas, siempre se recurre a las mismas. Y aconseja que en la búsqueda de fuentes se localice y refleje la enorme diversidad de puntos de vista que estén en la sociedad, en especial cuando los temas son cruciales para la comunidad. A esto habría que sumar o reivindicar que las voces de las que se alimenten los periódicos sean las que han vivido o padecido la noticia, la voz popular, la del ciudadano.

c) Las historias de vida también se incluyen en estos nuevos contenidos. Así las denomina Antonio López en un artículo publicado en la Revista Ámbitos24, tomada del que él señala como pionero en su uso, Julio Ardiles Gray, narrador, dramaturgo y periodista. Aunque estos artículos no tienen como objetivo fundamental narrar la actualidad, la inmediatez, también colaboran de otro modo en reflejar las vidas de personajes que contribuyen a labrar la historia de los ciudadanos, la que no se recoge ni se estudia.

Ardiles Gay se aprovecha de un fenómeno que se produce en su país, Argentina, que es el narrador popular, y del gran número de historias que se pueden contar, como la de “los inmigrantes europeos, españoles, judíos expulsados, soldados de la del 14, que sabían contar muy bien”. Con ello se dio cuenta que había una mina de oro en Buenos Aires, que hacía a su historia y a su sociología.

¿Qué haría si fuera director de un periódico por un día?
Recientemente, el periódico El País25 presentaba en un reportaje titulado ¿Qué haría usted si dirigiera un periódico?, las experiencias del rotativo The Independent. El día 16 de mayo del 2006 el diario británico salió a la calle con una portada diferente: sobre un fondo rojo con varias ilustraciones (una calavera, una paloma de la paz, una jeringuilla), destacaba el paradójico titular: “No News today” (Un día sin noticias). Debajo, en un cuerpo de letra pequeño: “6.500 africanos han muerto hoy a consecuencia de una enfermedad tratable y prevenible. VIH/Sida”. El autor de esta idea era el cantante del grupo U2, Bono, que se había transformado en el director del periódico por un día. Éste, decidió otorgarle gran parte del protagonismo a África, un continente al que normalmente los diarios europeos no le prestan la atención que el cantante querría. Otra de las aportaciones fue que hicieran un perfil humanista sobre Hugo Chávez (“el hombre con los enemigos más famosos del mundo”), un reportaje sobre los kurdos de Irak y le dedicó muchas páginas a deportes. El 50% de la recaudación de ese día se destinó a Product Red, una iniciativa que intenta atraer fondos para financiar la lucha contra el Sida, la tuberculosis y la malaria26.

El País siguiendo esta misma idea entrevistó a seis artistas e intelectuales y les preguntó ¿qué haría si fuera director de un periódico durante un día? La personas seleccionadas fueron los cantantes Kiko Veneno y Alaska, la escritora Rosa Regás, el filósofo José Antonio Marina y los diseñadores David Delfín Y Carlos Díez Díez. Hubo respuestas de todo tipo, algunas sugerentes y otras hilarantes.

Kiko Veneno eliminaría los editoriales, aduciendo que “las noticias tienen que hablar por sí solas”, y además le daría dos páginas a las cartas al director. Desplazaría la balanza de la información hacia “la realidad cruda del mundo: África, América Latina, Asia, la miseria, la explotación, la desesperanza. Pero también son realidad cruda del mundo las buenas noticias que nunca salen, la vida y la lucha de tanta gente hermosa, la búsqueda de la libertad y la felicidad contada día a día”. En cuanto a las páginas deportivas, propuso “desfutbolizarlas” y hacerlas “más plurales”.

Otras ideas interesantes las aporta el filósofo José Antonio Marina quien empezaría por hacer un periódico menos caudaloso, porque “leerlos bien y leer más de uno comienza a ser tarea imposible”. Él nunca pondría como titular de cabecera lo que expresan los políticos. Propone secciones nuevas: una dedicada a los creadores y alo que están inventando, una segunda más pedagógica que comentara las implicaciones jurídicas, políticas y éticas de los sucesos, y un tercera que denomina la mirada poética encargada de descubrir posibilidades bellas y estimulantes de la realidad, al estimar que el mundo resulta opresivo y necesitamos encender la llama de la posibilidad”. Por su parte, la escritora Rosa Regás querría ver más artículos que denunciasen la corrupción y además eliminaría cualquier noticia sobre la vida privada de la gente e imprimiría la cartelera en letras más grades y con explicaciones “menos convencionales”.

Nueva estética
Los diarios impresos cada vez cuidan más su estética, presentando sus contenidos de una forma atractiva y sencilla, buscando la seducción visual del lector de prensa. La apariencia formal y gráfica de los periódicos impresos contemporáneos se asemeja, cada vez más, a la propia de las revistas y publicaciones periódicas (magazines, revistas musicales, publicaciones mensuales, temáticas…) en las que la seducción gráfica, la pluralidad de retículas de composición, o los juegos tipográficos resultan tan habituales27.

Lejos queda ya la definición tradicional monocorde y única de la apariencia gráfica y visual del conjunto de las secciones de la prensa escrita, dominada de principio a fin por la hegemonía de los bloques de texto. Hoy, los nuevos soportes periodísticos se acostumbran al uso habitual de fuentes tipográficas creativas, a la deformación de los perfiles de las columnas de texto para (por ejemplo) adaptarse al perfil de la imagen de un personaje, o a la inclusión de numerosas infografías y pictogramas, por citar tan sólo tres ejemplos paradigmáticos del proceso de estetización visual señalado.

La emergencia e implementación de las nuevas tecnologías de la información, y en especial, del amplio catálogo de programas (software) de maquetación y edición y tratamiento gráfico digital tan habituales en todas las redacciones periodísticas en la actualidad, han posibilitado sobremanera (cuando no empujado) este salto gráfico y estético de los medios impresos. La revolución digital ha comportado sin duda innumerables cambios en todos y cada uno de los aspectos que definían el campo y modo de trabajo tradicional del editor gráfico en prensa escrita. En especial, sobre los procesos de trabajo y sobre los recursos utilizados para llevar éste a cabo su tarea.

Adaptabilidad, flexibilidad, elasticidad
A partir de los años 80' las nuevas imágenes de naturaleza ya digital comienzan a aparecer en una escala socialmente significativa en las pantallas de monitores de televisión y del cine, y también poco a poco sobre las páginas de revistas y periódicos, principalmente en las comunicaciones publicitarias. Rápidamente, la producción, circulación y consumo de las imágenes de orden digital continuará incrementándose ya de forma acelerada en los años 90'.

Su introducción en el seno de la vida y de la cultura cotidiana de los países más desarrollados ha resultado a lo largo de la última década sin duda espectacular. Internet, edición de CD's, libros electrónicos, videojuegos, dvd's o nacientes plataformas de televisión digital son tan sólo la punta de un iceberg, que tiene en el reciente y creciente proceso de convergencia digital de medios su exponente más evidente.

En la implementación creciente de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, se conforma un nuevo modelo de la visión. Este nuevo modelo de la visión, autónomo con respecto al modelo de representación moderno, propio de la era de la reproductibilidad técnica, es un modelo de síntesis y virtualización en la construcción de las imágenes28.

La visión contemporánea se reformula así desde la credibilidad y objetividad fotográficas, hacia un nuevo orden de simulación y virtualización. De acuerdo con Martin Lister, “la transición de una imagen fotomecánica, un material analógico que adquiere su sentido de un referente real exterior, hacia las construcciones digitales híbridas e inmateriales, que encuentran sus fuentes en bases matemáticas y virtuales en vez de empíricas, supone un elemento clave de una transformación radical de la cultura visual contemporánea”29.

El proceso de conversión de una imagen analógica a digital conlleva un proceso de traducción de variables físicas y químicas a nuevas variables formalizadas y cuantificadas en una representación codificada numéricamente. Las imágenes digitales poseen unas características técnicas y estéticas singulares con respecto a las condiciones tradicionales de las imágenes de orden fisicoquímico (pintura, grabado, fotografía, etc.). Frente a la materialidad de estas últimas, las imágenes de orden digital resultan inmateriales: su naturaleza es puramente numérica, una serie binaria de orden electrónico-matemático.

En los mismos programas de maquetación y edición gráfica digital, la mayor parte de las distintas herramientas y filtros que se ofrecen consisten, de hecho, en una síntesis digital que simula efectos tradicionales propios de la producción visual anterior. La ausencia de materialidad de la imagen digital se oculta mediante la simulación habitual del estilo gráfico y de la estética propias de medios gráficos tradicionales .

Frente al carácter acabado, cerrado, que presentaba la producción impresa tradicional, la imagen digital se ofrece al autor y al usuario como un work in progress infinito, abierto siempre a la intervención, el retoque, la reutilización y la metamorfosis más radical. La tecnología digital facilita exponencialmente la manipulación de las imágenes, y da lugar así a un material gráfico inestable, frágil, indefinido, extremamente adaptable y transformable.

El proceso de edición y maquetación tradicional, basada en tipos mecánicos y sistemas de impresión que dificultaban tanto los cambios como la actualización constante de las planchas de impresión, deja hoy paso a la posibilidad de actualización ilimitada propia de los archivos digitales. La digitalización ha comportado para el arte tipográfico unas posibilidades ilimitadas de creación, gestión, composición y experimentación con tipos, ahora intangibles y escalables.

La repercusión y ecos de la tipografía digital se muestran de forma explícita en todos y cada uno de los ámbitos tecnológicos que nos rodean. La flexibilidad y posibilidades que ofrecen las fuentes y tipos digitales han permitido su irrupción profunda en la edición u autoedición de prácticamente la totalidad de los procesos comunicativos que nos envuelven. La nueva tipografía digital no consiste en un paso gradual más en la vieja historia de la prensa. Se trata de una auténtica revolución, que modifica de forma evidente el proceso de diseño y edición de un periódico.

En este sentido, José María Cerezo señala muy adecuadamente como "la revolución más radical en términos visuales de esta década digital, mucho más que en el tratamiento digital de la imagen o en la realidad virtual habrá que buscarla en el fuerte crecimiento de la tipografía. La aparición de los ordenadores personales ha puesto en nuestras manos, mediante el software adecuado, las más potentes herramientas para la fundición digital de caracteres. El efecto ha sido fácilmente cuantificable: las 5.000 fuentes que catalogaban los más completos muestrarios de tipos de hace un par de décadas, se han multiplicado por más de 10 en los últimos años y todas están disponibles en alguno de los formatos digitales necesarios, en tiendas de informáticas, papelerías técnicas o en internet (...) Se ha producido el diseño frenético de nuevos tipos, el rediseño de gran parte de los clásicos y la adaptación de diversos ojos tipográficos pretéritos”30.

Los periódicos impresos testimonian de forma amplia y clara esta revolución gráfica y tipográfica. La escalabilidad inherente al conjunto del grafismo digital da lugar a producciones esencialmente elásticas, fruto del carácter abierto e indefinido, en constante cambio y actualización, de los numerosos sistemas y dispositivos de visualización existentes sobre los que éste se implementa de forma creciente el diseño de los periódicos. Asimismo, un amplio catálogo de fuentes tipográficas creativas, no válidas para componer textos de forma habitual, pero sí para crear títulos, composiciones plásticas y ornamentaciones de gran cromatismo y riqueza formal, son ya usadas en periodismo impreso.

Más allá de las normas, pautas y criterios heredados en aras de una óptima transmisión de la información escrita, la experimentación con tipos digitales permite subvertir y hacer explotar desde dentro dichas convenciones, exponiendo la relatividad de éstas, así como los amplios campos de posibilidades gráficas y estéticas antes desechados.

Esta nueva forma de editar y maquetar supone un cambio de mentalidad importante sobre la proyección tradicional. Se tratará de aprovechar y valorar de forma positiva la flexibilidad que permite las herramientas digitales para crear soluciones reconfigurables u ofrecer opciones alternativas, proponiendo y soluciones gráficas que expriman de modo consciente el carácter eminentemente variable que imprimen las condiciones estéticas propias de los entornos digitales.

¿Quién se creerá más una fotografía?
Hace ya más de una década, William Ostendorf, por entonces miembro destacado de la National Press Photographers Association (NPPA), se atrevía a lanzar una pregunta retórica (aparentemente) descabellada ante la irrupción generalizada de las imágenes y fotografías digitales en el conjunto de los medios impresos contemporáneos: “...decíamos a menudo que una imagen equivale a mil palabras, o que una fotografía no miente. Pues bien, ahora sí que mienten. Y pueden mentir de una forma convincente. A medida que la manipulación digital se convierta en más económica y común, ¿quién se creerá más una fotografía? Yo creo que nadie. La fotografía digital llevará este proceso mucho más lejos. No se trata sólo de una innovación; se trata de un cambio funcional en aquello que era la fotografía. Ahora, ésta, desligada de los componentes de plata sobre una placa, de la película o del papel, se convertirá virtualmente en un nuevo medio”31.

La fotografía digital, efectivamente, se ha convertido en más económica y común, hasta desplazar y arrinconar el papel de las imágenes fotográficas de naturaleza química y material. Hoy, el retoque y la edición digital imperan en todas y cada una de las actuales redacciones de la prensa impresa, transformando completamente el estatuto de verdad y certeza de la imagen periodística. En la actual era de la información, el medio fotográfico se ha disuelto en el resto de canales y medios comunicativos dominantes hoy en día. Visualmente, la era contemporánea aparece dominada por los medios electrónicos audiovisuales y de simulación digital. Nuestra época ya no es la de la reproductibilidad técnica, sino la de la simulación electrónica.

El rápido desarrollo en tan sólo dos décadas de un amplio abanico de técnicas gráficas digitales forma parte de una reconfiguración extensiva de las relaciones entre el sujeto moderno y los modos de representación dominantes. La visión contemporánea se reformula así desde la anterior credibilidad y objetividad fotográfica hacia un nuevo orden visual de simulación y virtualización.

Por un fotoperiodismo interpretativo
Las viejas metáforas atribuidas a la fotografía ("Espejo con memoria", "Notario de la Historia") pierden fuerza y los teóricos de la fotografía empiezan a referirse a la muerte de la fotografía, a una fotografía después de la fotografía e incluso a una Post-fotografía. El incuestionable valor documental de la imagen periodística, la franca credibilidad y objetividad con la que ha ejercido su función a lo largo de la historia del periodismo impreso, vive hoy sus horas más bajas. El nuevo periodismo impreso es sin duda un periodismo esencialmente gráfico y visual, en el que la importancia, lugar y cantidad de recursos gráficos y visuales ha crecido enormemente en la última década. Sin embargo, este incremento de la dimensión gráfica de las páginas de los periódicos impresos en detrimento de los bloques y columnas de texto no camina parejo con un incremento de la certidumbre y ‘valor de verdad’ de la imagen fotográfica, sino precisamente de su contrario.

La respuesta periodística más adecuada a esta devaluación de la imagen fruto de su radical profusión en la cultura visual contemporánea, deberá proceder, tal y como hemos señalado anteriormente para el trabajo escrito en prensa, del aumento y potenciación de su dimensión interpretativa. El fotoperiodismo –digital- deberá combatir la (hoy indispensable) cultura de la sospecha sobre toda imagen reproducida, mediante el desarrollo efectivo de un intenso trabajo de medición y conceptualización de las dimensiones de los acontecimientos captados en las instantáneas.

Asimismo, el trabajo del editor gráfico resultará fundamental. Hoy, el acto fotográfico no se detiene en el momento de la toma fotográfica, en las redacciones periodísticas se actualiza y dimensiona esa toma inicial de acuerdo con el tratamiento, retoque y/o edición final para su presentación.

El editor gráfico resulta así un pleno co-autor de la imagen original. Con el software de edición digital a su alcance, deberá ser capaz de relacionar un hecho que acaba de registrarse con otros simultáneos o anteriores, e incluso con acontecimientos que pueden suceder en un futuro. Las imágenes del nuevo periodismo impreso deben recuperar su valor mediante la implementación de un completo ejercicio de hermenéutica periodística: imágenes que sean capaces de escapar de la saturación visual contemporánea, de explicar lo ocurrido, y ofrecer así elementos significativos a los lectores para una interpretación adecuada de los hechos

Coda final: nuevo viejo periodismo
Sin duda, la aparición de un nuevo medio de comunicación origina un proceso de desplazamiento y reidentificación de los medios ya existentes al nuevo escenario comunicativo. En las páginas precedentes, hemos pretendido precisamente explorar el proceso de redefinición y adaptación del periodismo impreso ante la emergencia de Internet y del conjunto de los nuevos medios de comunicación digital a partir de los años noventa, señalando las direcciones cambiantes más significativas que caracterizan el nuevo periodismo impreso, en ocasiones de forma exclusiva, y en otros casos por imitación o inspiración en las nuevas dimensiones comunicativas que abre Internet.

En apenas una década, hemos sido testimonios de cómo el periodismo impreso contemporáneo ha experimentado un intenso proceso de refundación de su naturaleza y de sus fines, con el fin de adaptarse y dar respuesta al singular escenario comunicativo contemporáneo. Un escenario comunicativo en el que se abre hoy paso un interminable debate sobre el alcance de la novedad de los media digitales, o de los, así denominados, New Media, en relación con sus antecesores no digitales. ¿Duplicidad real o ilusoria? Los anteriores canales unitarios devienen hoy dobles. Periodismo y Periodismo digital. Cine y Software Cinema. Televisión y Televisión interactiva, Mail E-mail..., y así con prácticamente todos y cada uno de los hoy nuevos viejos media.

El proceso reciente de adaptación de los mass media tradicionales al nuevo hábitat digital a) ¿supone sólo un salto evolutivo de las viejas especies?, o por el contrario b) ¿estamos asitiendo al surgimiento (revolucionario) de -si se nos acepta la analogía animal- especies nuevas? En otras palabras, la lógica que domina dicho proceso de digitalización ¿esconde (plena) novedad o se trata de (mera) evolución?

Las respuestas evolutivas al debate planteado matizan y aceptan con cautela la supuesta independencia de los nuevos media frente a los viejos media, señalando el peligro que supone convertir la expresión new media en una nueva consigna de moda transitoria y de rápida caducidad, y analizando críticamente la radical ambigüedad histórica que supone –como en tantas ocasiones anteriores- el uso de la misma expresión ‘nuevos medios’. Por contra, en las soluciones vanguardistas opuestas, la misma etiqueta, más allá de su posible uso meramente descriptivo, posee e implementa la promesa de una renovación cultural radical.

Amplio es el debate que se esconde tras los sentidos y posiciones enfrentados referentes a la validez y significado último del (nuevo) término New Media. Un debate rehén, en demasiadas ocasiones, de un excesivo determinismo tecnológico, de la creencia tácita de que la novedad técnica garantiza y empuja una novedad discursiva (sic).

Los argumentos en uno u otro sentido, tiempo hace ya, se suceden sin fin. Y frente a esta discusión sin aparente resultado, quizás la solución consista en recordar y en señalar –tal y como hemos intentando hacer en las páginas precedentes-, como la irrupción de novedades (históricas) no está hoy sólo en el nuevo periodismo digital; nos aguarda también en un renovado periodismo impreso, que se adapta y consigue dar respuesta a diario -en ocasiones de forma radicalmente original y creativa-, al nuevo escenario comunicativo contemporáneo. Un ‘viejo’ periodismo más joven que nunca.

Notas:

1 No por ya clásicas dejan de resultar aleccionadoras en este sentido las obras de Marshall McLuhan, “La Galaxia Gutenberg” (1962) y “Comprender los medios de comunicación” (1964), dedicadas a detallar ambas como la irrupción de tecnologías incipientes (la imprenta, los medios audiovisuales, …) no extingue ni usurpa los usos y funciones de las tecnologías anteriores.
2 Según el informe reciente World Press Trends 2006 Tde la World Association of Newspapers la circulación de diarios de pago creció el 0,56 por ciento en el mundo en el 2005 y el 6 por ciento entre el 2001 y el 2005. Si se incluyen las publicaciones de distribución gratuita, la circulación total de diarios aumentó el 1,21 por ciento en el 2005 y el 7,8 por ciento en los últimos cinco años. El número de cabeceras publicadas diariamente bajó el 0,3 por ciento en el 2005 pero creció el 8,1 por ciento en el período 2001-2005. Con los diarios gratuitos la circulación total de cabeceras aumentó el 0,06 por ciento el año pasado y en los últimos cinco años registró una expansión del 8,9 por ciento. El informe de la WAN destacó además que la demanda de diarios por internet aumentó el 8,71 por ciento el año pasado y en el período 2001-2005 dió un salto del 200 por ciento, una señal del impacto de las nuevas tecnologías en las publicaciones periódicas tradicionales. Para consultar el informe completo, véase: (http://www.wan-press.org/)
3 Cantavella, Juan y Serrano, José Fco. (coords): Redacción para periodistas: informar e interpretar, José Mª Sanmartín: “Más allá de la noticia: El periodismo interpretativo”. Ed. Ariel. Barcelona, 2004, pág. 334.
4 Bezunartea, Ofa; Del Hoyo, Mercedes y Martínez, Florencio: Lecciones de reporterismo. Ed. Universidad del País Vasco. Bilbao, 1998, pág. 101.
5 Ibidem, pág. 102.
6 Véase en este sentido: Bogart, Leo. La prensa y su público: quién lee qué, cuándo, dónde y por qué en los diarios norteamericanos. Editorial Eunsa Pamplona, 1985.
7 Ver Fagoaga, Concha. Periodismo Interpretativo, el análisis de la noticia. Editorial Mitre, Barcelona, 1983.
8 José Mª Sanmartín: “Más allá de la noticia: El periodismo interpretativo” en Cantavella, Juan y Serrano, José Fco. (coords.): Redacción para periodistas: informar e interpretar, Ed. Ariel. Barcelona, 2003, pág. 335.
9 Véanse, entre otras obras posibles apoyando este mismo sentido: Killian, Crawford. Escribir para la Web. Ediciones Deusto. Donosita. 2001. y Nielsen, Jacob. Usabilidad. Editorial Prentice Hall. Madrid, 2000.
10 Cantavella, Juan y Serrano, José Fco. (coords.), José Rodríguez Vilamor: Redacción para periodistas: informar e interpretar. “El periodista multimedia y la transformación de los géneros”. Ed. Ariel. Barcelona, 2003, pág. 87.
11 Ward, Mike: Journalism Online. Focal Press. Oxford, 2002, pág. 123.
12 Sandoval, Mª Teresa: “Géneros informativos: La noticia”, en Díaz Noci, Javier y Salaverría Aliaga, Ramón (coords.): Manual de redacción ciberperiodística. Ariel. Barcelona, 2003, pág. 442.
13 BUITRÓN, RUBÉN DARÍO: “Nuevos desafíos en las salas de redacción”, Revista Latinoamericana de Comunicación CHASQUI, junio, número 090 Centro Internacional de Estudios superiores de Comunicación para América Latina, Quito, Ecuador, pág. 48-49.
14 Aguayo, Andrés: “El periodista que nunca se equivoca”. El País, 3 de septiembre de 2006.
15 Rodríguez Vilamor, José: “El periodista multimedia y la transformación de los géneros” en Cantavella, Juan y Serrano, José Fco. (coords.): Redacción para periodistas: informar e interpretar. Ed. Ariel. Barcelona, 2003, pág. 88.
16 Así resulta habitual en España en cabeceras como El Mundo o La Vanguardia, entre otros.
17 Cánovas, Joan Frances: “Los géneros argumentativos” en Díaz Noci, Javier y Salaverría Aliaga, Ramón (coords.): Manual de redacción ciberperiodística. Ariel. Barcelona, 2003, págs. 528-529.
18 Sanmartín, José Mª: “Más allá de la noticia: El periodismo interpretativo” en Cantavella, Juan y Serrano, José Fco. (coords.): Redacción para periodistas: informar e interpretar. Ed. Ariel. Barcelona, 2003, pág. 338.
19 Buitrón, Rubén Darío: “ Nuevos desafíos en las salas de redacción”, Revista Latinoamericana de Comunicación CHASQUI, junio, número 090 Centro Internacionadl de Estudios superiores de Comunicación para América Latina, Quito, Ecuador, pág. 50
20 Idem.
21 Foncuberta, Mar de: Op. Cit, pág. 88.
22 Cárdenas Rica, Mª Luisa: “Historias con minúscula. Los ciudadanos protagonistas de la información”, en Gómez y Méndez (ed.): Entre la formación y la comunicación. Asociación Cultural Est Libri. Colección Investiga-3. Huelva, 2005.
23 Buitrón, Rubén Darío: “Nuevos desafíos en las salas de redacción", Chasqui. Revista latinoamericana de Comunicación (http://comunica.org/chasqui/90/diario90.htm). Consultado 16/11/2005UTH.
24 López Hidalgo, Antonio: “La “Historia de vida” periodística, un género poco usual en la prensa española”, Ámbitos, nº 6, 1er semestre de 2001, págs. 95-106.
25 Pérez-Lanzac, Carmen: “¿Qué haría usted si dirigiera un periódico?”. El País, 4 junio 2006.
26 Otro periódico británico como The Guardian invitó a varias personalidades (entre otros el actor Kevin Spacey o la artista Sam Taylor-Wood) a dirigir las páginas de su suplemento G2.
27 Una muestra significativa del proceso descrito lo encontramos en la creación e importancia creciente de premios de diseño en prensa. Véanse, entre otros ejemplos, encuentros internacionales tales como los TWorld Summit of Design in the Press, (http://www.pressnetweb.com)
28 Un estudio inaugural, de gran interés para comprobar el carácter dominante ficcional y constructivo de las nuevas imágenes de síntesis, es : MITCHELL, William J. The eye redefined. Massachussets INstitute of Technology Press, 2002.
29 LISTER, Martin. The Photographic Image in Digital Culture. Routledge Paul Kegan. London, 1995.
30 José María Cerezo. Diseñadores en la nebulosa. El diseño gráfico en la era digital. Editorial Biblioteca Nueva. Madrid, 1999.
31 OSTENDORF, Bill. “Qui es creurà més una fotografia?” Diari AVUI. Barcelona, 23 abril 1996. (Traducción de los autores).
Dr. Jordi Alberich Pascual
Centro Andaluz de Estudios Superiores CEADE (Centro asociado Prifysgol Cymru-University of Wales), España.

Dra. María Luisa Cárdenas Rica
Centro Andaluz de Estudios Superiores CEADE (Centro asociado Prifysgol Cymru-University of Wales), España.




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Análisis sobre la Investigación de los Públicos y otros Conceptos Análogos en las Relaciones Públicas Por María Isabel Míguez



Introducción: estado de la cuestión, objetivos y metodología



Que los públicos son un elemento importante en las relaciones públicas es indudable: todos los manuales de la disciplina han hablado siempre del público o de los públicos. Pero parece que ninguno de ellos se había ocupado de su estudio en profundidad hasta la publicación de Managing Public Relations en 1984 (Grunig y Hunt, 1984/2000). En esta obra sí se define claramente el concepto de público y se presenta de un modo completo la teoría situacional desarrollada por Grunig.

Esta teoría utiliza tres variables independientes (reconocimiento de un problema, reconocimiento de las restricciones para actuar con respecto a ese problema y nivel de involucración) para identificar diferentes tipos de público en una organización (no públicos, públicos latentes, públicos informados y públicos activos). Además, nos permite saber si un público tendrá una conducta activa o pasiva de comunicación y medir la probabilidad de que se produzcan sobre cada público diversos efectos de la comunicación.

A partir de la formulación de esta teoría situacional, la mayor parte de la investigación sobre los públicos gira en torno a ella. Pero, ante esta aparente hegemonía, cabe preguntarse si éste es, realmente, el primer intento serio por analizar a los públicos de las relaciones públicas, si esta visión continúa siendo válida en la actualidad y si existen otras aportaciones posteriores de interés en la investigación de los públicos dentro de nuestra disciplina.

Partiendo de estas premisas, el primer objetivo de este estudio, que sintetiza los contenidos de la tesis doctoral de su autora, ha sido profundizar en las investigaciones que se han realizado sobre los públicos en el ámbito de las relaciones públicas, para poder dar respuesta a estas cuestiones. Y, dado que la mayor parte de la investigación sobre los públicos está dispersa en forma de artículos y no existe un volumen que la recopile y la clasifique, el segundo objetivo ha sido sintetizar estas investigaciones para poder reflexionar sobre ellas y proponer vías futuras de desarrollo.

Se trata, por tanto, de un estudio de carácter teórico, que nace de la necesidad de incentivar el desarrollo de la teoría en una disciplina joven, como las relaciones públicas, que, especialmente en países como España, necesita de un corpus teórico sólido para poder crecer y desarrollarse dentro del mundo académico.

Para la investigación se han empleado dos herramientas metodológicas:

* La investigación documental (a través de la consulta de fuentes bibliográficas, hemerográficas y cibernéticas). Estas consultas se han realizado en bibliotecas españolas y en la biblioteca de la Universidad de Maryland, centro en el que desarrollaba su labor docente el profesor James E. Grunig y cuya biblioteca cuenta con unos extensos fondos relacionados con esta disciplina.
* La realización de entrevistas personales a teóricos y profesores del ámbito de las relaciones públicas, muchas de ellas también en Maryland.

Estructuralmente, y tras una revisión de las aportaciones del ámbito psicosociológico al estudio de los públicos, la investigación se ha dividido en dos partes, atendiendo a la procedencia de las propuestas analizadas.
En la primera parte se han estudiado las aportaciones realizadas desde la perspectiva directiva de las relaciones públicas, referida, según la terminología empleada por Huang (2001), a la corriente imperante y tradicional de la disciplina; se ha optado por el uso de esta denominación porque resulta más específica que otras expresiones como “relaciones públicas sistémicas” y porque refleja de un modo concreto la esencia y el significado de esta visión de la actividad. Desde este punto de vista, se ha atendido a aspectos como el concepto de público, su naturaleza y sus características; los conceptos psicosociológicos que se relacionan con él; la identificación, segmentación y selección de los públicos; y el papel de los públicos en las distintas fases del proceso de relaciones públicas.

La segunda parte se ha dedicado al análisis de las aportaciones sobre los públicos que se han realizado desde otras corrientes de la disciplina, que hemos englobado, en su mayoría, dentro de las denominadas perspectivas críticas.

A continuación se ofrece una síntesis de los principales contenidos desarrollados en la investigación, así como una relación de las conclusiones y reflexiones finales del estudio, que incluyen la propuesta de un modelo en el que se contemplan varios posibles niveles de actuación de las relaciones públicas.

La importancia de los públicos en las relaciones públicas
Tomando un punto de vista fundamentalmente directivo y fusionando enunciados de varios autores (Grunig y Hunt, 2000: 52; Cutlip, Center y Broom, 2001: 31), hemos optado por definir las relaciones públicas como la dirección y gestión de las relaciones entre una organización y sus públicos mediante la acción y la comunicación.

Desde este punto de vista, se pueden citar tres argumentos que justifican la importancia de los públicos en la disciplina. En primer lugar, para que las relaciones públicas existan es necesario que haya organizaciones interesadas en mantener relaciones con otros grupos que tradicionalmente denominamos públicos. En segundo lugar, la demostración de la responsabilidad social de una organización depende, en gran parte, de la percepción de sus públicos; los públicos (más que la sociedad en general, al menos desde la perspectiva directiva) deciden si la organización es o no responsable. Y en tercer lugar, los públicos desempeñan un papel fundamental en cada una de las fases del proceso de relaciones públicas: es necesario investigar a los públicos, hay que planificar en función de sus características, actuar y comunicar dirigiéndonos a ellos según sus peculiaridades y evaluar los resultados a partir del estudio de sus reacciones.

Esto implica que los públicos son un elemento nuclear en las relaciones públicas, aunque no desde todas las perspectivas de la disciplina se han concebido del mismo modo.

La concepción de los públicos desde la perspectiva directiva de las relaciones públicas
Resumiendo la concepción mayoritaria de los públicos en las relaciones públicas a partir de los textos de diferentes autores (Baskin y Aronoff, 1992; Bernays, 1990; Black, 1994; Cutlip, Center y Broom, 2001; Grunig y Hunt, 2000; Seitel, 2002…), cabe apuntar que desde la perspectiva directiva se considera que las organizaciones no se dirigen a un público genérico, sino a varios públicos, que son diversos, heterogéneos, dinámicos y que pueden solaparse o estar interconectados entre sí.

Estos públicos se han entendido de dos formas: a) como colectivos de carácter genérico y más o menos permanente (como empleados de una empresa, medios de comunicación, proveedores, etc.) y b) como colectivos de carácter situacional que surgen en torno a problemas específicos (esto implica que dentro de los empleados, por ejemplo, podría haber públicos distintos, según el tema y las circunstancias). La primera concepción se corresponde con formulaciones más próximas al ámbito profesional, mientras que la visión situacional tiene un fundamento sociológico basado en las definiciones de público de Blumer (1953) y Dewey (1927/1984).

Las dos concepciones son útiles y las relaciones públicas pueden trabajar tanto con públicos genéricos como con públicos situacionales, pero el uso de un mismo término para denominar colectivos distintos puede generar confusión. Por eso, se han revisado diferentes conceptos que se emplean en la disciplina para sustituir o complementar la idea de público (stakeholder, constituence, área de contacto…), intentando valorar si alguno de ellos, en función de su significado y de su utilización dentro de la disciplina, podría ser empleado para sustituir una de las dos acepciones de público citadas. Finalmente, se ha propuesto seguir a autores como Grunig y Repper (1992) o Baskin y Aronoff (1992), que utilizan el término stakeholder para hacer referencia a los colectivos que de una manera más o menos permanente se relacionan con una organización y pueden influir en ella, reservando el término público para los colectivos más específicos.

Una vez delimitados los colectivos que pueden considerarse públicos, es necesario comprobar qué interesa a los teóricos de las relaciones públicas de esos públicos. Esto conduce al análisis de diferentes conceptos psicosociológicos y a la valoración de su uso en el ámbito de las relaciones públicas directivas, lo que permite observar varias cuestiones.

En primer lugar, se detecta un creciente interés por nuevos constructos que se han ido desarrollando en otros ámbitos de conocimiento como la psicología. Así, además de analizar actitudes, opiniones y conductas, los teóricos han pasado a tener en cuenta un amplio elenco de fenómenos del individuo que pueden afectar a la actividad de las relaciones públicas, como las imágenes, las intenciones, las cogniciones, las evaluaciones o los esquemas. Esta evolución, unida a una creciente conciencia sobre la dificultad de actuar sobre actitudes y conductas, ha motivado que se haya comenzado a dar una mayor importancia a los fenómenos cognitivos que a los afectivos y conductuales.

En segundo lugar, en los textos de relaciones públicas directivas se aprecia una amplia atención desde etapas muy tempranas hacia la opinión pública. En la disciplina se ha hablado de la opinión pública como un conjunto de opiniones individuales o como un fenómeno supraindividual fruto de la comunicación; se ha destacado el papel de los grupos y de la controversia en su formación y se han generado clasificaciones de los públicos a partir de sus sujetos. Pero, aunque las variaciones en la opinión pública en torno a un tema podrían interpretarse como una posible consecuencia colectiva de las relaciones públicas, tal y como apuntan diversos autores recientemente, la mayoría de los teóricos que hacen referencia a la opinión pública no la interpretan como un fenómeno social, sino como la suma de las opiniones de los públicos específicos de la organización.

Por último, existe un creciente interés por el concepto de relación y por el análisis de las relaciones que se dan entre las organizaciones y sus públicos. Para explicar estas cuestiones se ha recurrido a modelos como el de la coorientación o el de la percepción interpersonal, aunque en los últimos años han sido varios los autores que han tratado de desarrollar propuestas propias desde el ámbito específico de las relaciones públicas (Bruning y Lendigham, 1999; Springston y Keyton, 2001).

Al margen de estos conceptos, si hay algo que caracteriza a los teóricos directivos es su interés por la identificación y clasificación de los stakeholders y los públicos. En este sentido, a partir de las aportaciones de distintos autores, se ha propuesto un sistema ordenado que permite clasificar a estos colectivos en varios niveles.

En primer lugar, es posible clasificar a los stakeholders de cualquier organización según el vínculo que mantienen con ella, recurriendo a la división en vínculos funcionales, posibilitadores, normativos y difusos que Grunig y Hunt (1984/2000) toman de Esman (1972). En segundo lugar, los stakeholders se pueden identificar también como colectivos internos, externos o mixtos, de acuerdo con las clasificaciones tradicionales propuestas por muchos teóricos de la disciplina.

En tercer lugar, dentro de estos stakeholders podemos identificar ya a los públicos específicos, diferenciando, de acuerdo con Grunig y Hunt (1984/2000), no-públicos (individuos que no están afectados por el tema que ocupa a la organización), públicos latentes (están afectados por un tema pero no lo saben), públicos informados (sí son conscientes del tema o el problema) y públicos activos (que están dispuestos a hacer algo al respecto). A continuación, dentro de los públicos informados y los activos podemos buscar a los defensores de la organización, a los opositores y a los públicos no comprometidos, de acuerdo con Seitel (20002). Y, por último, podríamos dividir estos colectivos en públicos primarios e intermediarios según su posible papel en la campaña de comunicación.

Además de estas tipologías, tanto sobre los stakeholders como sobre los públicos se pueden aplicar distintos métodos y criterios de análisis y segmentación. La mayoría de ellos (métodos geográficos, demográficos, psicográficos, etc.) no son exclusivos de las relaciones públicas, aunque algunos teóricos sí se han preocupado por desarrollar modelos propios para la disciplina. Este es el caso de la matriz propuesta por Lindemann (2001), que clasifica a los stakeholders según su nivel de satisfacción con la organización, o de la propia teoría situacional.

Debemos recordar que esta teoría, además de ayudar a identificar los tipos de públicos específicos, aporta información adicional sobre sus conductas. Además, ha sido ampliamente probada en numerosos estudios empíricos y trabajada por muchos teóricos, por lo que se consolida, al menos desde un punto de vista directivo, como el método más desarrollado en este ámbito para el análisis y la segmentación de los públicos, aunque su aplicación en la práctica profesional es escasa.

Una vez que la organización conoce a sus públicos debe seleccionar aquellos con los que se va a comunicar. Pero hay pocas propuestas sobre cómo se debe realizar esta selección. Destacamos, en este sentido, los modelos de análisis del valor esperado y programación simplificada que proponen Grunig y Hunt (2000), aunque son modelos que proceden del mundo empresarial y cuya aplicación en la práctica de la comunicación no es sencilla, ya que las variables con las que se trabaja en este ámbito no se cuantifican fácilmente.

Esta crítica se puede extender también a la propia teoría situacional. La medición de elementos tan subjetivos como el reconocimiento de un problema o el nivel de involucración depende de que el público ofrezca respuestas veraces y de que el investigador las interprete correctamente, por lo que los resultados no siempre son un reflejo exacto de la realidad. De todos modos, no pretendemos restar importancia a este tipo de modelos sino entenderlos, en su justa medida, como elementos valiosos y útiles pero no infalibles.

En cuanto a la importancia de los públicos en las distintas fases del proceso de relaciones públicas, es necesario partir de la idea de que el profesional de las relaciones públicas debe conocer, antes de iniciar cualquier campaña, cuáles son los criterios comunicativos y relacionales por los que se rigen los individuos y los grupos y, a partir de ellos, definir los objetivos que se pretenderá alcanzar, así como las estrategias comunicativas que se llevarán a cabo y los métodos de evaluación que se aplicarán.

Los objetivos se suelen entender como los efectos de comunicación que se espera alcanzar con una campaña y distintos autores han creado clasificaciones muy similares de estos posibles efectos, basadas en las teorías de la comunicación.

De estas clasificaciones se deduce, en primer lugar, que los teóricos se han concienciado de que el simple objetivo de la comunicación y los objetivos de tipo cognitivo son relativamente fáciles de alcanzar, mientras que lograr un efecto sobre las actitudes o las conductas es mucho más improbable; por eso las relaciones públicas son cada vez más informativas y menos persuasivas.

Al mismo tiempo, se corrobora que los teóricos no sólo consideran los posibles efectos de las relaciones públicas sobre los públicos, entendidos como grupos de individuos, sino también sobre las sociedades y sobre las relaciones entre organización y público. De todas formas, los efectos sobre los públicos específicos siguen siendo el referente fundamental para los teóricos directivos y, por eso, los públicos y sus características continúan orientando tanto la definición de los objetivos de las relaciones públicas como la elección de las estrategias comunicativas y los procedimientos de evaluación, que se aplican siempre en función de los objetivos.

En síntesis, la perspectiva directiva de las relaciones públicas se basa en la reducción del anonimato de los individuos que se relacionan con la organización, a través de su análisis y su segmentación en forma de stakeholders o públicos específicos, para poder definir y planificar de forma adecuada un programa de comunicación y lograr que sea exitoso.

Visiones de los públicos desde las perspectivas no directivas
En lo que se refiere a las visiones no directivas, observamos que muchos autores plantean las mismas críticas a la visión tradicional de los públicos.

Diversos autores (Cozier y Witmer, 2001; Karlberg, 1996; Leitch y Neilson, 2001…) coinciden en afirmar que los públicos no se han estudiado suficientemente en el ámbito de las relaciones públicas y que cuando se ha hecho no se han tenido en cuenta las aportaciones de otras disciplinas.

Muchos opinan también que los públicos se han analizado sólo desde el punto de vista de las organizaciones, definiéndolos como colectivos que surgen en torno a un problema y que sólo existen porque la organización los identifica como tal. Los teóricos críticos consideran que habría que estudiar a los públicos desde sí mismos, profundizando en su capacidad de organización, en las razones por las que se forman, en cómo funcionan y cómo se comunican internamente, teniendo en cuenta que no sólo se forman ante situaciones problemáticas.

Algunos autores también reclaman que se estudie a los públicos como posibles iniciadores de los procesos de relaciones públicas y que se preste mayor atención a los públicos inactivos (Hallahan, 2004; Chay-Nemeth, 2001).

Por último, un número no despreciable de teóricos, entre ellos Kruckeberg y Stark (1988), Hallahan (2004) o Raupp (2004), considera que, además de los públicos, la teoría de las relaciones públicas debería prestar atención a otros constructos menos limitados y que proporcionan una visión más amplia de las relaciones públicas.

Algunas de estas críticas son enriquecedoras, porque ayudan a completar la actual visión de los públicos. Es cierto, por ejemplo, que el estudio de los públicos desde la perspectiva directiva es escaso en variedad, parte siempre de la visión de la organización, se centra en los públicos activos y no atiende al funcionamiento interno de estos grupos. Y solucionar estas limitaciones ayudaría a entender a los públicos en mayor medida.

Sin embargo, otras críticas no parecen tan acertadas. La concepción directiva de los públicos sí aprovecha los contenidos de otras disciplinas e incluso se basa en ellas; el concepto situacional de público procede de la sociología, por ejemplo. Igualmente, algunos teóricos directivos consideran otros conceptos como el de comunidad (en su sentido simbólico). Además, no es verdad que los autores directivos únicamente entiendan a los públicos como sujetos pasivos en el proceso de relaciones públicas; de hecho, si se presta atención a los públicos activos es porque se reconoce su capacidad de iniciar la comunicación.

En cualquier caso, la intención de la mayoría de de las aportaciones no directivas es intentar solucionar lo que consideran problemas o deficiencias de la visión directiva, bien a través de la reconsideración del concepto de público o a través de la formulación de constructos que desplazan a los públicos de su posición central en las relaciones públicas, ya sea sustituyendo la noción de público o complementándola.

Al analizar las aportaciones relacionadas con los públicos, hemos concluido que la mayoría de ellas tienen un fundamento retórico. Este el caso de la propuesta del homo narrans de Vasquez (1993, 1994, 2001), el planteamiento semiótico de los públicos de Botan y Soto (1998) o la idea de nuevos públicos de Cozier y Witmer (2001); también recurre a elementos retóricos Chay-Nemeth (2001), al describirlos como productores o reproductores críticos del discurso, o Jones (2002), cuando aborda la concepción de los públicos en la sociedad de riesgo. Todos estos autores definen a los públicos como conjuntos de individuos, procesos o espacios dinámicos y variables que se basan en la construcción de una identidad común a través del intercambio de discursos y significados.

Por tanto, podríamos decir que hay dos corrientes predominantes en el estudio de los públicos: la corriente clásica, directiva, basada en la perspectiva situacional, y una corriente retórica que matiza esta visión y la complementa, porque profundiza en aspectos distintos e importantes, aunque casi ningún autor -salvo Chay-Nemeth (2001)-, aborda de un modo elaborado la cuestión de la segmentación.

En relación con las propuestas que tratan sobre otros conceptos, al analizar las aportaciones relacionadas con las zonas de significado (Heath, 1993) y las posiciones públicas (Moffit, 1992, 1994, 2001) se comprueba que lo que plantean está muy próximo a la visión retórica del público y que únicamente implican la búsqueda de un nombre nuevo y un nuevo punto de vista para algo que ya plantearon antes otros autores.

Por este motivo, hemos prestado mayor a otros constructos como la comunidad y la esfera pública. La comunidad se define, más allá de su concepción geográfica, como un agregado del que proceden los públicos, es decir, una entidad simbólica creada socialmente y basada en los intereses comunes de sus integrantes, que son conscientes de su pertenencia a ella (Kruckeberg y Stark, 1988; Hallahan, 2004). Mientras, la esfera pública, muy estudiada en Europa a partir de las aportaciones de Habermas (1962/1981), puede definirse como un espacio comunicativo en el que interactúan las comunidades o los públicos (Sholar, 1994; Jensen, 2001; Raupp, 2004).

Ambas visiones, que tienen una base sociológica bien fundamentada, son interesantes porque inciden en el papel de las organizaciones más allá del trato con sus públicos específicos y, de este modo, amplían realmente la visión organizacional de las relaciones públicas a un marco social. Y éste es el punto de vista desde el que están trabajando, fundamentalmente, muchos teóricos europeos.

Principales conclusiones
Este estudio nos ha permitido corroborar que el público no fue estudiado con profundidad en el ámbito de las relaciones públicas hasta el desarrollo de la teoría situacional. A pesar del paso de los años, esta teoría sigue siendo el eje principal de análisis de los públicos, tanto para los teóricos directivos, que han tratado de ampliarla y mejorarla, como para los críticos, que no descartan del todo su validez y apenas han propuesto modelos de segmentación alternativos.

Sin embargo, si bien las aportaciones de los teóricos críticos no han conseguido desbancar a la teoría situacional, sí implican innovaciones importantes en cuanto a la concepción de los públicos y ofrecen un nuevo punto de vista para su estudio, al entenderlos como entidades autónomas e independientes de la organización. Esto prueba que la investigación de los públicos no es un capítulo cerrado en las relaciones públicas, ya que todavía es posible abordarla desde puntos de vista distintos e innovadores. Pero todas estas nuevas propuestas sólo irán adelante si se perfilan mejor desde un punto de vista teórico y si se apoyan en estudios empíricos que demuestren su utilidad.

Por último, cabría añadir que, si bien los públicos específicos y los stakeholders siguen siendo esenciales en las relaciones públicas, el estudio también muestra la importancia de constructos como la comunidad y la esfera pública, porque permiten entender la disciplina de una forma menos limitada, atendiendo no sólo a sus funciones estratégicas, relacionadas con los públicos, sino también a sus funciones sociales. Y estas funciones deberían ser analizadas y definidas con claridad por los teóricos para favorecer el desarrollo de la disciplina en un nivel supraorganizacional.

Niveles de actuación de las relaciones públicas: una propuesta
A partir de estas reflexiones, consideramos interesante buscar un modo de conjugar las distintas formas de entender a los públicos (la visión tradicional y la visión retórica) con los conceptos de comunidad y esfera pública. Esto implicaría reformular el concepto de relaciones públicas tratando de abarcar todas sus posibilidades de actuación y en este sentido, se podrían definir las relaciones públicas como la dirección y gestión de las relaciones de una organización en diferentes niveles de su entorno, mediante la acción y la comunicación.

El nivel más amplio de actuación sería el de la esfera pública, entendida como espacio público en el que se generan las relaciones comunicativas. Esta idea está vinculada a la necesidad de la organización de demostrar su legitimidad ante la sociedad y daría cabida a un amplio abanico de actuaciones de relaciones públicas que no se dirigen a públicos específicos.

El siguiente nivel de actuación sería el de las comunidades, entendidas agregados simbólicos que surgen en torno a un interés o factor común y que existen de forma independiente a la organización. Las comunidades no se definen en función de la organización pero las entidades a menudo se ven obligadas a comunicarse con ellas.

El siguiente nivel sería el de los stakeholders, entendidos como grupos afectados por las decisiones de la organización o cuyas decisiones pueden afectar a ésta. A diferencia de las comunidades, sí se definen en función de la organización: un stakeholder lo es de una organización en concreto y no tiene por qué serlo de otra, mientras que una comunidad es siempre una comunidad. Este es, probablemente, el nivel más frecuente de actuación de las relaciones públicas en la práctica profesional.

Por último, el nivel más concreto sería el de los públicos, que se podrían redefinir, aunando la visión tradicional con las propuestas críticas, como grupos específicos y situacionales que crecen en torno a los procesos comunicativos que llevan a cabo y a los significados que desarrollan en torno a un tema concreto. Es la organización la que debe definir los límites de estos colectivos en función de los temas, aunque también debe reconocer su capacidad de acción y decisión.

Con este planteamiento, los diferentes modelos de clasificación y segmentación mencionados en este artículo, así como cualquier otro aplicado habitualmente en las relaciones públicas, continuarían siendo válidos y necesarios para el trabajo en el nivel de los stakeholders y los públicos específicos. Así mismo, las habituales formulaciones de objetivos que se proponen en la disciplina serían adecuadas para el trabajo en cualquiera de estos niveles, ya que habitualmente se contemplan tanto posibles efectos de la comunicación sobre los individuos y las relaciones, que serían aplicables en los niveles de públicos, stakeholders y comunidades, y efectos de tipo social, adecuados para la comunicación en la esfera pública.

En síntesis, desde nuestro punto de vista, un análisis que contemple la posibilidad de actuación de las relaciones públicas en diferentes niveles y que incorpore a sus teorías clásicas las nuevas perspectivas desde las que se estudia a los públicos puede aportar elementos muy interesantes para desarrollo de la disciplina y puede ayudar a conjugar y aprovechar las sinergias de diferentes corrientes que entienden la actividad de una forma distinta y complementaria

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Dra. María Isabel Míguez González
Profesora ayudante en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad de Vigo, España.



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domingo, febrero 25, 2007

RSE, un imperativo ético y económico

Se pasó de la etapa de la “empresa autista” de Milton Friedman, a la de la filantropía activa, y ya está en pleno desarrollo una tercera: la de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), sostiene el autor. Dice que las empresas con RSE tienen más ganancias que aquellas que no la practican, ya que la sociedad, informada y movilizada, las valora mucho más.



Hasta hace poco los líderes empresariales americanos disputaban posiciones en el ranking de los supermillonarios. Ahora muchos comenzaron a competir en otra tabla, la de la filantropía. Bill Gates y Warren Buffet, crearon la mayor fundación de la historia con 61.000 millones de dólares. Explicaron que no era simplemente donar, y salir en las fotos. Según "The Economist", Buffet hizo su donación a la Fundación Gates, condicionado a que Gates dejara Microsoft y se dedicara a la Fundación.



Pocas décadas atrás primaba la idea de Milton Friedman de que la empresa privada sólo debía rendir cuentas a sus accionistas, y producir beneficios. Hoy está en desuso.



Siendo tan importante su peso en la economía, debe rendir cuenta a todos los públicos vinculados con su actividad, y siendo una de las mayores concentraciones de tecnología del planeta, debe aportarla a los grandes problemas globales. Al anunciar su donación Buffet declaró "el mercado no trabaja en términos de la gente pobre", y exhortó a ayudar en lugar de transmitir herencias cuantiosas.



Se pasó de la etapa de la "empresa autista" de Friedman, a la de la filantropía activa, pero ya está en pleno desarrollo una tercera: la de la Responsabilidad social empresarial (RSE). Se le exige a la empresa buenas relaciones con su personal, gobierno corporativo transparente, juego limpio con los consumidores, preservar el medio ambiente, y ser activa en las grandes causas de interés público. El paso de una etapa a otra fue movilizado por poderosas fuerzas sociales.



Están las luchas históricas de los empleados por condiciones dignas de trabajo. Hoy han integrado cuestiones como el respeto a la diversidad y el equilibrio familia-empresa. Están los reclamos de los inversionistas después de Enron. Exigen transparencia, controles eficientes, reducir los gigantescos paquetes remuneratorios de los altos ejecutivos, y confiabilidad ética. Presionan los consumidores. Se organizan para sancionar a las empresas que dañan la salud, o destruyen el medio ambiente. Así han causado duros perjuicios económicos a las industrias del tabaco, de los asbestos, y a algunos laboratorios.



Hay sociedades civiles cada vez más informadas, articuladas, y participativas. Están dispuestas a hacer boicots a los que violan principios de derechos humanos, o de condiciones laborales.



Todo ello incide. Las acciones bajan o suben cada vez más según la RSE. Los fondos de inversión más importantes están evaluando la sostenibilidad de las empresas teniendo en cuenta su RSE. La RSE genera diferencias notorias en competitividad en los mercados nacionales e internacionales. Existen nuevos conceptos como competitividad responsable, empresas verdes, empresas familiarmente responsables.



Mejores y más rentables



Cada uno de los elementos de la RSE favorece a la empresa. Un estudio sobre empresas que implementaron prácticas de diversidad en Estados Unidos muestra que tuvieron en cinco años retornos anuales del 18,3%, mientras que las que no lo hicieron sólo obtuvieron 7,9%. El 63% de los ejecutivos de las 500 empresas más grandes cree que la diversidad produce un ambiente de trabajo más creativo.



Además de los beneficios para la empresa, están los beneficios para el empresario como persona. Estudios recientes de la Universidad Hebrea de Jerusalem, Harvard y Michigan muestran que la solidaridad tiene altísimas retribuciones en términos de salud personal. El 60% de una muestra de personas de 50 años o más en Estados Unidos dice que quisiera, en su próxima etapa, dedicarse a mejorar la calidad de vida en sus comunidades. Con la RSE el empresario no tiene por qué esperar hasta que esté cerca de su retiro. Puede hacerlo ya.



¿Qué tal en América Latina, y la Argentina? Muchas empresas siguen en "autismo activo". Otras han ingresado crecientemente en el mundo de la filantropía y ello es un avance muy importante. En Brasil representa ya más de 2.000 millones de dólares anuales. Sin embargo, se necesita dar el salto de la etapa filantrópica a la etapa de la RSE.



Comprometer a la empresa en aportar, además de dinero, capacidades gerenciales, espacios en internet, técnicas de producción y de marketing para combatir el grave problema de pobreza (41% de la población de la región) y desigualdad (la mayor del globo) que vive América latina, y que con mejoras muy importantes desafían a la Argentina.



Ello no significa de ningún modo que se pide a la empresa resolverlos sola. Las políticas públicas tienen la responsabilidad primera en una sociedad democrática por garantizar a todos los ciudadanos sus derechos a nutrición, salud, educación, y desarrollo. Pero la colaboración de la empresa privada es clave. La alianza estratégica entre políticas públicas activas con rostro humano, RSE, y una sociedad civil movilizada está detrás del éxito de países que encabezan las tablas mundiales como Noruega, Canadá y otros.



Allí los empresarios apoyan pactos fiscales progresivos, colaboran en gran escala con la educación y la salud, participan de las grandes iniciativas públicas, concertan.



En América latina y la Argentina hay que activar la RSE. Todos ganan con ella. El salto del "autismo" a la RSE es una gran oportunidad, y un reclamo colectivo.



Por Bernardo Kliskberg

Economista



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